Las compañías que comprenden la diferencia que existe entre aquello que nunca se debe modificar, y lo que debe permanecer abierto al cambio y que son capaces de compaginar ambos aspectos con la intención de desarrollar una visión, son aquellas que perduran en el tiempo.
Tras analizar a treinta y seis compañías de dieciséis industrias diferentes, dieciocho de ellas exitosas y de larga vida, como American Express, Hewlett Packard, Marriot o Procter & Gamble, Jim Collins, consultor de negocios, y Jerry I. Porras, profesor de la Universidad de Stanford, llegaron en 1994 a
una serie de conclusiones que plasmaron en su libro «Empresas que perduran» y que en cierto modo desvelaba el secreto que hace posible que algunas empresas sean capaces de superar los cien años de historia.
De acuerdo con el estudio, esa visión que permite a las compañías perdurar en el tiempo está compuesta por dos factores fundamentales: una ideología central que se mantiene constante y que es ajena a los avances tecnológicos, los ciclos de vida de los productos o del mercado, las modas
en cuanto al Management o la intervención de diferentes líderes; y un futuro imaginado, con metas ambiciosas que se desarrollan a través de estrategias que, en permanente cambio, mantiene en marcha el motor de desarrollo de la compañía. Una visión que comparte los principios del taoísmo por el que existen dos fuerzas complementarias e interdependientes que funcionan como una unidad: el ying, lo que
permanece, la razón de la existencia, y el yang, el movimiento, el cambio, el progreso, que llega a través de lo que los autores llaman el BHAG® (Big Hairy Audacious Goal) o lo que es lo mismo, una meta grande, audaz y descabellada.
La ideología central aglutina el conjunto de razones fundamentales por las que existe la organización, razones que deben estar presente en todas las áreas de actuación. Está compuesta por una serie de principios guía que nunca se verán comprometidos por la toma de decisiones ni necesitan de
justificación externa, constituyendo el ADN de la compañía. Estos principios, aunque por regla general acaban por serlo, no tienen que elegirse por ser socialmente atractivos ni humanitarios, sino que tienen que responder a la forma en la que la empresa vive, respira y se expresa, a lo que forma parte
del corazón de la organización y se mantiene inamovible, aunque todo lo demás cambie. Es decir, su esencia.
Por su parte, los BHAG deben ser tan poderosos que arrastren a la organización fuera de su zona de confort, incluso aunque los líderes cambien. Deben mantener en alerta a la organización y cuando se alcance una meta debe ponerse en marcha un nuevo reto que requiera de un esfuerzo aún mayor, conservando a la empresa siempre en movimiento. Todo ello manteniendo la uniformidad con la ideología central de la empresa y un espíritu de experimentación continua en el que no haya espacio para el conformismo. Las compañías que sitúan la visión en su eje vital tratan permanentemente de superarse a sí mismas lo que, a la larga, las hace brillar por encima de la competencia.
El estudio de las diferentes empresas vino a echar por tierra una serie de mitos relacionados con el éxito y la perdurabilidad de las compañías en el tiempo. Aquel “lo único constante es el cambio” quedó comprometido ya que, de acuerdo con esta filosofía, para que la empresa alcance el éxito debe mantener inalterable una parte crucial de sí misma. De la misma manera, el desafío constante que aportan los BAHG echa por tierra el mito de que “la prudencia guía los pasos de las mejores compañías”. Y, por supuesto, aquello de que, para crear una gran compañía es necesario contar con una gran idea que la sustente quedó en entredicho ya que tanto Sony como Hewlett-Packard, empresas que formaron parte del estudio, fueron creadas con anterioridad a tener definido el mercado en el que finalmente
actuarían.
Se trata de alcanzar el equilibrio entre filosofía y método y en mantener inalterable la naturaleza de la empresa mientras se estimula el progreso. En definitiva, alcanzar la armonía entre el yin y el yang para alcanzar el éxito.