La conocida como Ley de Moore fue formulada en 1965 por Gordon E. Moore cuando desempeñaba el puesto de director de I+D en Fairchild Semiconductors, unos años antes de que, junto con Robert Noyce, fundara la compañía Intel. En aquel año Moore publicaría un artículo en la revista Electronics bajo el título “Abarrotar los circuitos integrados con más componentes”, basado en un documento interno creado para la compañía con la intención de vender un mayor número de los chips que fabricaba la compañía.
No se trata de una ley de la ciencia o de la naturaleza sino de una visión de futuro que, a través de la observación y estudio de los cuatro años anteriores, llevó a Gordon E. Moore a realizar la predicción de que el número de transistores integrados en un chip se duplicaría cada año (más tarde el plazo se ampliaría hasta los dos años) y reduciría su coste a la mitad, al menos durante los siguientes diez años. Su predicción se quedó corta ya que aún se cumple casi 60 años después.
La Ley Moore vino a alterar lo que se conoce como ciclo de innovación, es decir, el tiempo que se tarda en realizar la correspondiente investigación, desarrollar el producto y comercializar, al acortar los plazos. De acuerdo con la Ley de Moore los microchips veían reducido su tamaño cada año, volviéndose más rápidos y potentes cada vez, permitiendo el desarrollo de nuevas tecnologías como las redes 5G, los vehículos autónomos o la inteligencia artificial. Este desarrollo exponencial de los microchips ha tenido un brutal impacto en la economía industrial. Al reducir los costes de la informática, el acceso a la tecnología se universalizó, al tiempo que se favorecía el desarrollo de nuevos productos y servicios que, de haberse mantenido los costes originales, hubieran sido inimaginables. Este es el caso de la medicina, por ejemplo, donde la reducción del tamaño de los dispositivos permite su implantación en determinadas zonas del cuerpo, algo que de otra manera hubiera sido imposible.
La Ley de Moore se convirtió rápidamente en una guía para la industria de los semiconductores que se empleó a fondo para conseguir desarrollar dispositivos más rápidos, pequeños y eficientes. Pero, así como el aumento de tamaño no tiene límites físicos, la reducción sí cuenta con ellos por lo que algunos autores comienzan a cuestionar su sostenibilidad en el tiempo. Otros, en cambio, argumentan que todavía queda margen para su desarrollo con la aparición de nuevos materiales y diseños, lo que quizá no altere su tamaño, pero sí tenga un impacto directo en cuanto a la rapidez, la eficiencia y el coste.
Se amplíe su plazo de vigencia, se transforme o desaparezca su efecto, lo cierto es que la Ley de Moore ha sido clave en el desarrollo de la tecnología de la información al permitir el aumento de la velocidad, la capacidad y la eficiencia de los ordenadores y otros dispositivos electrónicos, lo que ha transformado nuestra vida dado que en la actualidad casi cualquier adulto del primer mundo pasa alrededor de la mitad de su tiempo de vigilia inmerso en interacciones electrónicas de todo tipo.
Autora: Mª Victoria de Rojas