Podría parecer algo imposible eliminar del vocabulario de una empresa los términos dirección, superior, subordinado, jefe o trabajador, pero la realidad es que existen compañías en las que estos términos carecen de sentido. Para muchas personas encontrar un sistema de organización empresarial que elimine la jerarquía tradicional, sustituyendo los organigramas verticales por organigramas circulares, y donde la toma de decisiones se realice de forma horizontal, podría ser la realización de un sueño. Para otros, la ausencia de una figura que represente la autoridad es sinónimo de caos.
Bien, esta forma de organización en la que no existen jerarquías recibe el nombre de holocracia, término acuñado en 1967 por Arthur Koestler en su libro El espíritu de la máquina. Sin embargo, su puesta en práctica no llegaría hasta 2007 cuando Brian Robertson lo introdujo en la empresa que había fundado, Ternary Software. Tres años después y en base a su experiencia, Robertson crearía Holocracy Constitution, donde recoge las bases y métodos que permiten la puesta en práctica del sistema dentro de cualquier empresa. Si bien la holocracia se basa en dinámicas laborales en las que no existen jerarquías, su éxito no solo va a depender del tipo de industria, sino de los valores y cultura vigentes y, sobre todo, del hecho de contar con unos objetivos y un funcionamiento claros.
La holocracia se caracteriza por la autogestión de los equipos dentro de una organización circular, lo que favorece el crecimiento y la eficiencia al simplificar la toma de decisiones, y por la ausencia de puestos fijos ya que son sustituidos por roles específicos que varían en función de las necesidades de la organización. De esta manera, cada persona puede trabajar en diferentes proyectos en los que ejerce distintos roles. Finalmente, será un gobierno conjunto, basado en reuniones periódicas de todos los participantes, el que evalúe la buena marcha del proyecto en su camino hacia la consecución del objetivo.
En ningún caso el gobierno holocrático sustituye las figuras de autoridad por caos. Curiosamente, se trata de una de las formas de gestión con mayor estructura que existen tal y como recoge la Constitución de la Holocracia de Robertson. Una vez adaptado el texto a las características de la organización, cada uno de los empleados sabrá exactamente cuál es su función dentro de la organización, cómo van a operar los procesos y quién va a asumir la responsabilidad en cada caso.
En un sistema holocrático desaparecen los cuellos de botella y las trabas burocráticas al estar capacitados los empleados para tomar decisiones y realizar cambios rápidos, por lo que se desarrolla a la perfección en entornos Agile. Por otra parte, la autogestión favorece la creatividad no solo para proponer y ejecutar ideas, sino para identificar y resolver problemas, lo que eleva la motivación para alcanzar objetivos y reduce las tasas de rotación.
Tres conceptos destacan en una organización holocrática: la transparencia, la coordinación y la capacidad de adaptación. El primero porque toda la información que se genera en la empresa en cuanto a la toma de decisiones, a la aplicación de políticas o a la situación de la organización está al alcance de cualquier empleado. El segundo porque, al tratarse de un organigrama circular, es imprescindible que todas las partes se alineen en pro de la consecución del objetivo. El tercero porque, al tratarse de una estructura dinámica, es necesario que la totalidad de la organización se adapte a las nuevas tendencias y dinámicas que fomenta un espacio de trabajo abierto a la innovación.
Una de las críticas más intensas hacia este sistema organizativo se basa en la incertidumbre. Ante una posible crisis, la ausencia de una figura de autoridad genera reparos. Tampoco es fácil encontrar empresas donde todos los trabajadores estén capacitados para operar en un sistema sin jerarquías, sin un líder que guíe su camino.
Atravesamos una época en la que la innovación supone la única constante. Las nuevas formas de trabajar requieren nuevas formas de gestionar a las personas. La holocracia supone una manera distinta de gestionar las organizaciones tan efectiva como otra cualquiera, siempre que se acerque a lo que de verdad importa que no es otra cosa que convertir a las empresas en sostenibles y exitosas.