El ser humano toma al día unas 35.000 decisiones de las que tan solo el 1 % son conscientes. Siendo un porcentaje irrisorio, es precisamente en esas aproximadamente 350 decisiones diarias conscientes donde radica la complejidad.
Tomar decisiones es una tarea difícil para la que no existen respuestas infalibles. El riesgo de tomar una decisión equivocada siempre estará presente, pero, aún así, el mayor error que se puede cometer, sobre todo en las organizaciones, es no tomar decisiones. Por lo tanto, contar con equipos y profesionales que dispongan de buenas habilidades en la toma de decisiones es hoy más importante que nunca.
Son multitud las decisiones que se han de tomar en el día a día de cualquier empresa, muchas las alternativas que hay que sopesar, cuantiosos los datos que pueden influir, varios los departamentos que pueden o no estar implicados… Pero, aún siendo complicada, no es imposible y para facilitar toda esta labor titánica existen diferentes modelos que posibilitan que la toma de decisiones sea lo más acertada posible.
En principio, utilizar el modelo racional puede minimizar el riesgo y la incertidumbre, pero no será la mejor elección cuando sea urgente tomar la decisión o cuando tenga lugar en situaciones cambiantes. Este modelo consta de seis pasos: el primero será definir el problema; el segundo se refiere a la identificación de los criterios con los que se juzgarán las posibles soluciones; en el tercero se otorga a cada uno de los criterios identificados un grado de importancia; el cuarto supone generar un listado de posibles alternativas; el quinto evalúa cada una de las alternativas detectadas; y, por último, el sexto, y en base a los datos recogidos, determinará cuál es aquella solución que reúna las condiciones para producir un mejor resultado. Cuando sin ser urgente no se disponga del tiempo necesario para evaluar cada una
de las alternativas, ni se disponga de suficiente información para construirlas, se puede recurrir al modelo de decisión de racionalidad limitada, por el que no se busca la mejor decisión posible sino aquella que obtenga simplemente un resultado satisfactorio.
A veces sucede que se toman decisiones creyendo que tienen una base racional y lógica cuando, en realidad, se ajustan más al seguimiento de un modelo intuitivo. En este modelo el cerebro realiza un recorrido por todo su conocimiento para encontrar la mejor solución. Esto hace que sea más eficaz cuanto mayor es el grado de experiencia de la persona que lo utiliza.
El modelo Vroom-Yetton utiliza un diagrama en el que se han diseñado cinco procesos en la toma de decisiones y parte de siete preguntas cuya respuesta es sí o no, como ¿tienes suficiente información para tomar la decisión por ti mismo? o ¿está el problema bien estructurado? Las respuestas llevarán a una determinada posición en el diagrama estableciendo la forma en que se toman las decisiones, individualmente o en grupo.
Existe un modelo basado en el reconocimiento que combina la toma de decisiones racional e intuitiva. O modelos creativos que se utilizan por ejemplo para situaciones que no se han experimentado con anterioridad.
Los modelos de toma de decisiones ayudan a simplificar los procesos y contribuyen a crear una colaboración más eficaz en los equipos. Sin embargo, hay que tener cuidado con los sesgos que se producen en el proceso de toma de una decisión porque pueden variar el resultado de la elección. En el sesgo de confirmación se tiende a prestar una mayor atención sobre aquellos aspectos o datos que confirman las creencias de quien toma la decisión reforzando sus opiniones. El del superviviente hace que las decisiones se basen únicamente en casos de éxito, incluso aunque se desconozca el caso en su totalidad. Practicar el escepticismo puede ser un buen método para evitar la aparición de este sesgo.
La aparición de sesgos mentales en los individuos que participan en la toma de decisiones es mucho más común de lo que se piensa. Ser consciente de que existen y de que todo el mundo es vulnerable a su aparición es el primer paso para evitar las consecuencias que producen y, en definitiva, conseguir que se tomen mejores decisiones.