Hablamos continuamente del papel crucial que va a desempeñar el capital humano de las organizaciones en el futuro. “La persona en el centro” se ha convertido en una especie de mantra que se repite continuamente. Sin embargo, ninguna empresa alcanza el éxito si, junto con sus personas, no cuida sus números.
Con independencia del tamaño, todos los negocios deben prestar atención a las cuestiones económicas y financieras. Administrar debidamente los recursos financieros de una empresa es vital para conseguir que exista un equilibrio entre los ingresos y los gastos, conseguir el uso más eficiente de los recursos y rentabilizar al máximo el negocio.
La llegada de las nuevas tecnologías permite un uso mucho más exhaustivo de la información financiera al permitir un análisis más profundo de los datos, lo que permite una gestión de costes mucho más eficaz, al tiempo que aporta consistencia a los presupuestos al permitir adelantarse a los acontecimientos y minimizar el impacto de las incertidumbres. Estas nuevas tecnologías han permitido desarrollar herramientas que facilitan el día a día de los departamentos financieros al mecanizar las funciones básicas de su gestión y automatizar procesos. Pero también al proveer de reportes automáticos que permiten conocer en tiempo real la situación financiera de la empresa. Por su parte, la incorporación del Big Data y el uso de la Inteligencia Artificial han convertido a los departamentos financieros en los principales proveedores y analistas del dato dentro de las organizaciones. Esta automatización de procesos ha permitido la liberación de recursos, así los departamentos de finanzas pueden invertir una mayor parte de su tiempo en el análisis y la estrategia.
La importancia actual de la figura del director financiero y la transformación de su función ha provocado que a las habilidades indispensables que históricamente debía aportar, como estar formado en economía, en contabilidad y en administración de empresas, con algunas aportaciones del mundo del derecho, ahora se le sumen: dominar las habilidades de comunicación, ya que será quien comunique la información económica al resto de la empresa; poseer una mente analítica y calculadora que le permita planificar, partiendo de la situación actual, pero teniendo en cuenta los escenarios potencialmente mejores y peores del futuro; grandes dotes de liderazgo; y un profundo conocimiento del sector en el que opera. Pero también, y esto cobra cada vez mayor importancia, debe poseer ciertos conocimientos geopolíticos dado que la mayoría de las empresas operan hoy en mercados globales. Por tanto, no puede quedarse en el terreno local, sino que debe tener en cuenta la situación política y económica presente, y las previsiones futuras, de los países en los que opera o que forman parte de su área de influencia.
Las empresas deberían tener en cuenta que su viabilidad y, por tanto, el éxito, radica en gran medida en alcanzar sus objetivos financieros. Para alcanzar esta meta, los departamentos financieros se encargan, como base de su actividad, de gestionar la liquidez de la empresa, administrar deudas e ingresos, minimizar gastos, estudiar las variables económicas, proveer de recursos económicos externos, estudiar los riesgos financieros y analizar los costes de oportunidad para inversiones. También es responsable de cumplir con las obligaciones legales y fiscales de la empresa, donde el uso de las firmas electrónicas, aportadas de nuevo por la incorporación de las nuevas herramientas tecnológicas, permite ahorrar en tiempo y costes.
El crecimiento y la sostenibilidad del negocio recae sobre el departamento financiero cuya actividad es crucial para la toma de decisiones empresariales, puesto que aporta información relevante y valiosa sobre la situación económica y financiera de la compañía, lo que permite tomar decisiones acertadas basadas en datos, pero también en la proyección de escenarios futuros.
Por tanto, el verdadero motor de las empresas no es solo su capital humano, sino que se asienta sobre la conjunción de personas y números.
