A pesar de que los seres humanos nacemos creativos lo cierto es el acceso a la escuela empieza a borrar esta habilidad para sustituirla por un modo de pensar basado en la razón, donde la deducción lógica, encaminada a obtener un único resultado a través de procesos previamente determinados, es la reina.
Es muy conocida la frase de Albert Einstein sobre cambiar la visión de las cosas: “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. El pensamiento divergente permite cumplir con esta premisa ya que abre la mente para convertirla en capaz de diseñar distintos caminos (no hagas siempre lo mismo), de manera que se puedan encontrar múltiples soluciones a un mismo problema (si buscas resultados distintos). Eso sí, si solucionar el problema es apremiante, quizá el pensamiento convergente, lineal y centrado en un único foco, muestre en ciertos aspectos una mayor eficacia.
Puede parecer que el pensamiento divergente solo aporta ventajas y pocos inconvenientes. Sin embargo, a la hora de resolver problemas, el pensamiento divergente no es la gran panacea, aunque sí puede abrir el espectro de soluciones a aplicar. Posiblemente, la mezcla de ambos pensamientos, convergente y divergente, será la que aporte mejores resultados. El pensamiento divergente se muestra más útil a la hora de descubrir la causa o causas que provocaron el problema a solucionar, porque considerará todas las posibilidades. El filtro para determinar cuál de estas causas es aquella sobre la que se debe actuar lo aportará el pensamiento convergente. Determinada la causa volveremos a utilizar el pensamiento divergente para enunciar todas las posibles vías de solución al problema. Y, por último, en este camino para resolver problemas, será el pensamiento convergente, a través de procesos lógicos, el que determine cuál de todas las soluciones aportadas es la correcta y determinará las acciones que se deberán llevar a cabo para solventar el problema y para evitar que pueda repetirse en el futuro.
Las organizaciones navegan por un mundo cada vez más globalizado y, en gran medida, su éxito va a depender de ser capaz de diferenciarse de sus competidores. Esto provoca la necesidad de incorporar talento creativo a los equipos. Solo un pensamiento innovador y original que aporte diversos enfoques será capaz de enriquecer y diferenciar los proyectos, además de contribuir a plantear nuevos objetivos.
A la hora de buscar ese “talento divergente” que se necesita incorporar o descubrir dentro de la organización, es necesario fijarse en diversos aspectos que son comunes y que caracterizan a las personas proclives a utilizar el pensamiento divergente: son abiertos de mente, lo que les permite ver el problema desde distintas perspectivas y su pensamiento no lineal hace que no se conformen con encontrar una única solución; son espontáneos, con capacidad para pensar en muchas cosas al mismo tiempo y empáticos; les gusta explorar, son creativos e imaginativos, y su afán por experimentar nuevas cosas les lleva a asumir riesgos. El pensamiento divergente, además, proporciona una gran gama de matices grises en un mundo donde no todo es negro o blanco y, si puede, aporta color al provocar el uso de la creatividad. Por otra parte, serán personas a las que le cueste precisar una respuesta correcta, perdidos en una multitud de opciones en donde se esconde la que puede llegar a ser la mejor alternativa.
Es importante incluir ciertas dosis de pensamiento divergente no solo en las organizaciones, sino también en el día a día de cualquier individuo ya que la realidad es tan compleja, variable, incierta e imprecisa como para creer que solo existe una opción para resolver cualquier problema.