Siempre nos han enseñado que debemos tratar a las personas como a nosotros nos gustaría que nos trataran. Bien ¿y si pudiéramos tratar a las personas como a ellas les gustaría que les trataran? ¿No sería mejor?
Aunque el estudio puede ser mucho más profundo y aportar muchos más datos acerca de la personalidad de un sujeto, lo cierto es que la simple observación del rostro de la persona con la que queremos comunicarnos es suficiente para conocer la mejor manera de relacionarnos con ella. Esta es una de las muchas aportaciones que realiza el estudio de la Morfopsicología, una herramienta cada vez más utilizada y con mayores y mejores resultados en los procesos de selección, así como en la preparación de diversos roles como pueden ser los demandados por los departamentos comerciales.
Javier Torregrosa, director del Máster en comunicación no verbal científica, comportamiento humano y comunicación integral, define así la Morfopsicología: disciplina científica que investiga acerca del carácter y la personalidad, el modo de enfrentar la vida, las capacidades y las actitudes de las personas por medio de la observación de las particularidades y generalidades de su rostro.
Ciertamente, esta disciplina viene a corroborar el dicho de que “el rostro es el espejo del alma” y si se complementa con el resto de materias que forman parte de la comunicación no verbal ofrece un sinfín de recursos para conocer el verdadero temperamento y la personalidad de las personas.
Uno de los primeros datos que podemos recabar contemplando por unos instantes el rostro de una persona es si se trata de un sujeto en el que predomina su parte cognitiva, si predomina la emocional o si, por el contrario, es su parte instintiva, la primaria, la que domina sus impulsos. Esta simple diferenciación aporta mucha información a la hora de dirigirnos a una persona.
Si predomina la parte cognitiva, lo mejor que podemos hacer es ofrecer datos contrastados, pero, ojo, la cantidad dependerá de la forma y tamaño de los ojos, y la forma en que debemos presentárselos tendrá mucho que ver con la forma de su frente, que nos dirá si su visión 3D está desarrollada o si una presentación más tradicional será más efectiva. Si se trata de una persona eminentemente emocional nuestro discurso tendrá que estar mucho más orientado a tocarle el corazón. Y si, finalmente, es una persona instintiva, tendremos mucho camino recorrido si le hablamos directamente de los beneficios mercantiles que va a conseguir o de lo mucho que va a disfrutar con el proceso. Datos muy útiles a la hora de mantener una relación comercial.
En cuanto a la selección de personal, el estudio del rostro abre un maravilloso abanico de conocimiento acerca de los puestos de trabajo para los que el sujeto a priori está más dotado. Por ejemplo, una persona en la que predomine la zona instintiva y que además posea una boca grande estará mucho mejor preparado para realizar actividades físicas, una emocional, para las relaciones humanas y, por supuesto, una cognitiva para los departamentos en los que los números sean los protagonistas.
Se trata de simples ejemplos sobre los que se puede trabajar mucho más a fondo y que nos
sugieren que incorporar estas disciplinas al conocimiento de las organizaciones no solo las hará
mucho más efectivas, sino mucho más humanas.