Dar respuesta a las seis grandes incógnitas (qué, cómo, cuándo, dónde, quién y por qué o para qué) es, probablemente, uno de los mayores desafíos a los que una empresa y, por tanto, sus directivos, se han de enfrentar a lo largo de toda la vida de una compañía.
El gran problema surge a la hora de responder a cada una de ellas porque no basta con encontrar una respuesta. Si queremos alcanzar el éxito en nuestra organización es absolutamente imprescindible averiguar “LA” respuesta, no una cualquiera sino aquella que nos convierta en únicos y absolutamente competitivos. Además, el mundo globalizado en el que nos movemos complica aún más la resolución de la ecuación al incorporar un gran número de variables que no se pueden pasar por alto.
Es entonces cuando se abren dos alternativas. En la primera, que necesita una mayor inversión en coste y tiempo, la construcción se realiza desde dentro de la propia organización. Y en la segunda, se busca en el exterior quien ya posea el conocimiento y las herramientas que, con una menor inversión, nos facilite las respuestas que precisamos.
El análisis previo a la toma de decisiones requiere del uso de sistemas y metodologías ya contrastadas que permitan un diagnóstico preciso de las necesidades de la empresa porque, para determinar el camino a seguir, tan necesario es conocer el destino como el punto de partida. Asimismo, es imprescindible que el personal que se destine al estudio primero y a la implementación después, posea conocimientos tanto teóricos como prácticos de las técnicas a utilizar y de los sistemas, además de estar familiarizados con las metodologías que se vayan a aplicar.
La realización de este estudio previo, con una visión global tanto de la empresa como del entorno en el que se mueve, no se trata de una cuestión baladí. Sin él, las decisiones que se tomen puede que no consigan los resultados buscados. No es solo cuestión de avanzar y de hacerlo con gran empeño, sino de trabajar en la dirección correcta. El estudio previo viene a ser como la cimentación de un edificio. Sin unos buenos cimientos se puede construir, pero seguramente el edificio o no llegue a término, requiera reparaciones permanentes, o definitivamente deba ser reconstruido sobre una base que, esta vez, sí sea sólida.
Una vez identificadas las necesidades específicas de la empresa, diagnosticada su situación, establecidos los factores clave que determinarán el éxito o el fracaso de la organización y enumerados los aspectos que se han de trabajar, se podrá abordar el diseño y la elaboración de un plan estratégico que permita aumentar el rendimiento y mejorar la competitividad.
La elección de una consultora estratégica como compañero de viaje para el diseño y elaboración de estrategias aportará experiencia en la ejecución de los imprescindibles procesos de investigación, análisis y diagnóstico en la fase previa. Posteriormente, en el periodo de ejecución, además de herramientas y sistemas ya probados y contrastados, el conocimiento acumulado en campos tan importantes como el management, el liderazgo, la gestión de personas, la negociación o las ventas, permitirán la optimización de los recursos, tanto los humanos como los materiales.