Uno de los caminos a seguir por las empresas para crecer es poner en funcionamiento nuevas ideas de negocio. Materializar una idea es una tarea ardua que comienza por superar las denominadas barreras de entrada, término acuñado por Michael Porter dentro de su estudio sobre las 5 fuerzas de la competencia.
Con independencia del mercado al que se quiera acceder, por regla general, empresas y emprendedores deberán tener en cuenta que habrán de enfrentarse a uno o varios de los siguientes obstáculos:
Economías de escala: a mayor volumen de producción, menor coste por unidad. Esta circunstancia se traduce en una ventaja competitiva para las empresas que ya están en el mercado y una barrera de entrada para nuevas empresas al no poder igualar el costo del producto final.
Economías de alcance: compartir recursos optimiza los costes. Esto supone una gran desventaja para aquellas organizaciones o emprendedores que accedan al mercado con un único producto.
Necesidades de capital: dependiendo del sector al que se quiera acceder es posible que se requiera de una alta inversión para iniciar el negocio, lo que no siempre es fácil de conseguir. También será necesario contar con el capital suficiente que permita cubrir las pérdidas iniciales o los gastos que se produzcan hasta la puesta en marcha real del negocio.
Diferenciación de producto: para entrar a competir en un mercado ya consolidado será necesario dar a conocer el nuevo producto, lo que supondrá una gran inversión en recursos y tiempo.
Acceso a activos estratégicos: las empresas que dominan el mercado generalmente cuentan con un acceso favorable a las materias primas, a los canales de distribución o, incluso, pueden tener establecidos centros logísticos en zonas estratégicas. Los nuevos competidores tendrán que empezar por negociar con todo el circuito para llegar a proveedores y consumidores.
Barreras legales: será necesario acceder a las licencias administrativas, patentes o permisos que la ley requiera para la puesta en marcha y posterior desarrollo de una nueva actividad. En algunos casos la normativa puede tener regulado de manera especial el acceso a nuevos participantes.
Por tanto, existen barreras estratégicas, estructurales y regulatorias. Las primeras tienen que ver con todos los obstáculos que las empresas ya existentes en el mercado proporcionan con el objetivo de reducir la competencia o anularla si es posible, o evitar la aparición de nuevos actores; pero también son las inversiones necesarias para dar a conocer el nuevo producto y posicionarlo ventajosamente frente a la competencia. Las estructurales tienen que ver con el propio esqueleto de la nueva línea de negocio y con la organización del mercado al que se pretende acceder. También recoge las limitantes económicas generales a la creación y puesta en marcha de un nuevo negocio. Por último, las regulatorias abarcan todos los requisitos legales que la legislación de un país recoge para el desarrollo de una actividad económica.
Hay que tener en cuenta que este último aspecto puede dejar de ser una barrera para convertirse en una ventaja competitiva dependiendo de la actividad. Como ejemplo una legislación proteccionista puede dejar de ser una barrera para convertirse en una ventaja si nuestros productos se pueden beneficiar de ese marco regulatorio específico.
Existen otros factores que se deben tener en cuenta a la hora de emprender o diversificar un negocio que también se convierten en barreras de entrada. Es, por ejemplo, velar por la imagen pública de una compañía. Pongamos una empresa reconocida por su trabajo en pro de la diversidad que se plantea la posibilidad de iniciar actividades en un nuevo país donde aún existe discriminación por razón de sexo. Defender unos valores y operar donde esos valores se atacan supondría una contradicción que repercutiría en su imagen pública. También las marcas líderes pueden crear sus propias barreras de acceso al mercado en el que operan con el objetivo de mantener su liderazgo.
Salvar las barreras de entrada es tarea ardua pero no imposible. La elaboración de un plan de negocio bien diseñado corregirá los impedimentos provocados por las barreras estratégicas y las estructurales. Para las regulatorias quizá sea buena idea contratar los servicios de una asesoría jurídica de confianza.