Sea cual sea el lugar que se ocupe en el organigrama de una entidad, dominar las herramientas que permiten una adecuada autogestión será siempre una ventaja. A medida que se van escalando puestos de responsabilidad, la autogestión pierde su condición de mera ventaja para convertirse en una necesidad, ya que forma parte de las competencias que todo líder debe poseer.

Cuando una persona piensa en enfrentarse al desafío de querer liderar una empresa, un proyecto, un equipo o cualquier otro reto, debe comenzar por convertirse en líder de su propia vida y dominar las habilidades de la autogestión, entre las que se encuentra el dominio de la inteligencia emocional, el autocontrol y una buena gestión del tiempo. La mala noticia está en que lograr la autogestión eficaz no es una tarea fácil, la buena es que con un buen entrenamiento se puede llegar a la maestría.

Antes de ponerse objetivos en el dominio de cualquier habilidad es necesario realizar un viaje hacia el interior para conocer qué emociones nos dominan, cuáles son las virtudes y defectos que nos definen o qué intereses son los que nos ponen en movimiento. Sin este conocimiento previo de uno mismo, será imposible construir sobre una base sólida.

¿Por qué es importante este viaje al interior? Porque la autogestión no es posible sin el dominio de la inteligencia emocional en donde las emociones, los comportamientos y los pensamientos son resueltos de manera productiva. Pero también porque tiene en cuenta las relaciones de cada individuo con su asertividad, la reflexión, la escucha activa, la empatía o la resiliencia. El líder que sabe autogestionarse conoce que no está solo y que la excelencia en su gestión debe actuar tanto en su propio beneficio como en el del entorno. Por tanto, trabajará en su desarrollo personal al tiempo que contribuirá, en la medida de lo posible, en el crecimiento de su equipo.

La autogestión requiere del dominio de la gestión del tiempo. El líder debe poder administrar su tiempo de manera efectiva sin necesitar ayuda externa, evita procrastinar y conoce la diferencia entre lo urgente y lo importante. No se trata solo de mantenerse al día con el trabajo, sino de estimular al entorno para que entienda que no solo es deseable, sino posible.

El líder autogestionado se impone frente al estrés y mantiene el equilibrio, es flexible y posee una gran capacidad de adaptación al cambio; se enfrenta a las tareas diaria de forma proactiva y disfruta del trabajo que realiza ya que encuentra el motor de la motivación en su interior. Además, la automotivación suele despertar el interés por la formación y el aprendizaje que, tratado adecuadamente, produce un gran enriquecimiento personal.

Aprender a tomar decisiones acertadas en tiempo y forma también forma parte del equipaje del líder en su autogestión. Para ello será necesario practicar las habilidades de pensamiento crítico y el análisis de la información clave, sin perderse en conjeturas, y la toma de decisiones basada en datos.

En este camino hacia la autogestión eficaz es importante autoevaluarse, realizando ejercicios de control con un espíritu sincero, y revisar los nuevos conocimientos y habilidades que se vayan incorporando con plena consciencia.

Dominar la autogestión es clave en el desarrollo de las personas, tanto a nivel particular como en el ámbito profesional, pero va más allá. La autogestión también permite contemplar de manera más clara el entorno en el que nos movemos y el panorama general, lo que facilita esa toma de decisiones que permita alinear los objetivos personales con los de los miembros del equipo que se lidera y de la organización a la que se pertenece, por lo que, a la larga, se consigue un aumento significativo del rendimiento.